"El propio día del Señor, montar en común para partir el pan y dar gracias, pero primero confesar sus pecados, para que vuestro sacrificio sea puro. Sin embargo, nadie peleando con su hermano puede reunirse con usted. El propio día del Señor, montar en común para partir el pan y dar gracias, pero primero confesar sus pecados, para que vuestro sacrificio sea puro. Sin embargo, nadie peleando con su hermano puede unirse a la reunión hasta que se reconcilien, su sacrificio no debe ser profanado. Pues aquí tenemos la palabra del Señor: En todo lugar y momento me ofrecen un sacrificio puro, porque yo soy un rey poderoso, dice el Señor, y mi nombre se propaga el terror entre las naciones. [Mal 1,11.14]. "
 
   ~ ~ De la Enseñanza de los Doce Apóstoles, el 90 dC
 
Bibliotecas y sitios web están dedicados a la centralidad de la Eucaristía. San Agustín pudo haber dicho mejor: "Conviértete en lo que come, el cuerpo de Cristo." En la misa no sólo recordamos el sacrificio que da vida de Cristo, pero la hacemos presente hoy y llevamos su gracia redentora con nosotros a donde quiera que vayamos. La antigua práctica de la recepción frecuente de este sacramento es el camino por excelencia a la santidad de los cristianos católicos y ortodoxos, porque nosotros no creemos en una representación simbólica de Cristo en el pan y el vino de la Eucaristía, pero en su "presencia real".